07 de Agosto de 2010 | Tandil
La escritora Patricia Ratto fue invitada a participar de la Feria Internacional del Libro en Bogotá, donde asistirá para presentar sus novelas Pequeños Hombres Blancos y Nudos.
Patricia Ratto lleva sus novelas a Colombia
En diálogo con El Eco de Tandil, la escritora contó detalles de lo que será su colaboración en la feria que se extenderá del 11 al 23 de agosto en Bogotá, Colombia. Su intervención tendrá lugar el 14 de agosto a las 17 en el espacio Librería del Bicentenario.
La presentación forma parte del ciclo “Encuentro con la palabra”, que promueve la Universidad Nacional de Colombia, en esta ocasión con el auspicio de Fondo de Cultura Económica de México, que distribuye en ese país a Adriana Hidalgo Editora, quien publica las novelas de Ratto.
Acompañarán a la escritora: Alejandra Jaramillo, profesora del departamento de literatura de la Universidad Nacional de Colombia, doctora en literatura y cine latinoamericanos y escritora, y Ana Cecilia Calle, egresada de la carrera de Estudios Literarios y editora de la Revista Educación Estética.
-¿Cómo se produjo el contacto para viajar a la feria?
-Comenzó hace bastante tiempo, a partir de que la escritora Elsa Drucaroff, que dicta un seminario de Literatura argentina contemporánea en la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires, incluyó Pequeños Hombres Blancos y Nudos en el programa de estudios. Hace tres años, más o menos, había recibido unos alumnos de la Universidad Nacional de Bogotá que venían a cursar unas materias en la UBA y habían leído mi primera novela. El año pasado, como forman parte del Consejo Editorial de la Revista Educación Estética, estaban eligiendo quiénes iban a participar en el número de este año. Estuvieron interesados en que yo escribiera un ensayo para esa publicación y se comunicaron con Elsa Drucaroff, que les dio mi mail. Ahí empezó el intercambio.
-¿Y qué pasó?
-Vino la escritura, luego la corrección del texto, y trabamos una especie de amistad por mail. Después leyeron mi segunda novela que estaba en Bogotá. Eso coincidió con el hecho de que el Fondo de Cultura Económica de México comenzó a distribuir a mi editorial, Adriana Hidalgo, en Colombia y otros países de la región. Un poco por eso, y por el ensayo que salió en la revista, surgió la propuesta de mi participación en la Feria del Libro, gestiones de la editorial mediante, de manera que estaré presentándome en la Librería del Bicentenario.
-¿Cómo será el espacio de presentación?
-La mesa en la que voy a estar es parte de un ciclo de charlas con escritores, que ya está instalado en la Universidad y tiene sus seguidores. En esta ocasión se inserta en la Feria del Libro. En estos encuentros se acostumbra a hacer preguntas relacionadas con las cuestiones de la cocina de la escritura, de los procesos que atravesamos los escritores hasta llegar al libro.

Caminos
-Es interesante que tus libros puedan distribuirse fuera del país.
-Sí. Y, además de la distribución, está la difusión. Es importante que un escritor que viene de lejos tenga posibilidad de conversar con los lectores; estar presente posibilita el acercamiento y el contacto directo con el público, que es diferente al indirecto que resulta de leer una entrevista o una reseña. Las experiencias que yo he tenido presentando mis libros siempre han sido muy buenas, y la gente se ha mostrado interesada en conocer las historias, en leer las novelas. Claro que, en este caso, va a ser todo un desafío para mí, porque es la primera vez que presento mis novelas fuera del país.
-Para Tandil es algo importante.
-Uno no piensa en eso, pero quizás es cierto que de ese modo pueden abrirse caminos. Seguramente, cuando alguien tiene algún reconocimiento en otros ámbitos, por mínimo que sea, eso genera contactos, abre puertas y posibilidades para otros, o incentiva a quienes tienen proyectos y aún no se deciden a llevarlos a cabo. Eso sí, hay que estudiar mucho, estar siempre dispuesto a seguir aprendiendo, yo soy una convencida del valor que tiene el trabajo sostenido para que aparezcan los logros.

Distribución
-Y aunque el escritor no esté en Buenos Aires, ¿también lo puede lograr?
-Estar en Buenos Aires supongo que beneficia porque está todo más al alcance de la mano. De alguna manera, publicar en ciertas editoriales de capital garantiza una distribución en el país, en otros países, y tener alguna presencia en los medios para que el libro se haga visible. Claro que después es bastante azaroso lo que sucede con los lectores, pero digamos que un libro que arranca con un cierto respaldo editorial, tiene alguna posibilidad más de ser leído. De todos modos, si bien yo publico en una editorial porteña, sigo viviendo y trabajando aquí en Tandil.
-Tus libros siguen teniendo mucha actualidad...
-Ahí si hay una ventaja, en el perfil de la editorial que uno elige para publicar porque, a veces, a uno le parece que la mejor editorial es la más comercial, la que tiene más difusión, más visibilidad. Pero, en esos casos, las novedades están muy poco tiempo disponibles. Quizá las librerías más importantes llenen toda una vidriera con los libros de un autor de esas editoriales pero, si al mes el libro no se vendió como se pensaba, va a saldos por un valor comercial mínimo y después se convierte en papel picado.
En cambio, Adriana Hidalgo tiene un fondo editorial que siempre conserva los libros hasta que se agota la edición. En ese momento, si sigue habiendo demanda, se vuelve a editar. Ese sistema de fondo editorial da un tiempo más real para que el libro se abra paso, porque el mejor camino que hace una obra no es el de la imposición mediática que puede vender bien en un principio, sino el del interés genuino de los lectores, que comienzan a recomendar el libro a algún amigo, lo que uno llama el “boca a boca”, que es un camino más lento pero, a mi juicio, más sólido. Y, además, siempre hay algo de azaroso en el encuentro entre un lector y un libro.
Por ejemplo, así se dio el contacto con Elsa Drucaroff, porque un librero de Mar del Plata sabía que ella estaba haciendo una investigación que se llamaba “Qué escriben los que escriben después de los sesenta” y le mandó “Pequeños hombres blancos”. Ella lo leyó, hizo una crítica en Perfil, lo incorporó al programa de la UBA, después vinieron los estudiantes colombianos y así surgió el acercamiento con Colombia. Fue un recorrido que hizo esa novela a través de algunos lectores. Si el libro no estuviera disponible en el fondo editorial, yo no estaría yendo a Colombia después de cuatro años de su aparición. Este funcionamiento, que es más lento, me parece más natural, menos forzado, para que los lectores puedan llegar a los libros.
-Encontrarse con los lectores es gratificante.
- Y, sí… a uno lo gratifica encontrarse con nuevos lectores y que, en un país que es diferente y que tiene una situación social distinta, y una literatura también distinta, se lean estas novelas con interés. Además, todo esto me gratifica porque me ha llegado en un año personalmente difícil, por un problema de salud del que recién empiezo a reponerme, y no deja de ser otro incentivo para renovar fuerzas y seguir adelante, con la escritura… y con la vida.