11 de Marzo de 2012 | Buenos Aires / Página 12 / RADAR libros
La guerra y la espera

¿Qué nuevos libros pueden sumarse sobre la guerra de Malvinas, a treinta años del acontecimiento? Mediante un relato plasmado en el ambiente asfixiante de un submarino con soldados que esperan entrar en combate, Trasfondo toma la perspectiva de revisar no sólo los hechos, sino también los mecanismos de los relatos bélicos.

Por Sebastian Basualdo

Cuando se piensa en la literatura con relación a la guerra de las Malvinas, hay dos novelas que se imponen con todo el peso que tiene lo fundacional: Los Pichiciegos, de Fogwill, y Las islas, de Carlos Gamerro. Son tan importantes estas obras que siguen suscitando múltiples lecturas, promueven simposios y textos críticos que analizan la problemática del concepto de lo heroico, por ejemplo, o acaso el modo en que se plantea el relato que aborda o anula lo épico para, rápidamente, alcanzar niveles simbólicos destinados a comprender una guerra en el marco de una dictadura cívico-militar. Luego vendrá un cambio de época, y sobre la base del neoliberalismo otro modo de pensar la guerra y la mirada social frente a los combatientes, entre muchas otras cosas. Pero hay algo que resulta imposible soslayar si se piensa en la literatura como una tradición que no busca imponer una aparente originalidad con la ilusión de negar lo anterior; tanto Los Pichiciegos como Las islas permiten lo que hace toda gran literatura: continuar pensando y por lo tanto seguir escribiendo sobre la guerra de Malvinas. Arraigada en lo más profundo de esta tradición literaria, Patricia Ratto escribió Trasfondo, su tercera novela, donde retoma esta problemática desde una perspectiva muy interesante: un grupo de soldados embarca rumbo a las islas a bordo de un antiguo submarino de origen alemán que la Marina argentina adquirió después de la Segunda Guerra Mundial y bautizó con el nombre de San Luis.
Si bien las dotes narrativas de Patricia Ratto ya se habían asentado a partir de su segunda novela, Nudos, donde por otra parte también se hace presente la guerra en una historia que gira alrededor de un ex combatiente, en Trasfondo asume un riesgo mucho más grande y resuelve de manera impecable la dificultad que entraña lograr que la prosa se adecue al ritmo vertiginoso, al clima poco menos que asfixiante, que se respira en toda la novela, acumulando pequeños sucesos que, en su totalidad, dan una imagen profunda de lo que significó para esos jóvenes ser alistados para una guerra que ya estaba perdida mucho antes de que partiera la primera flota rumbo al Atlántico sur. Y es justamente ahí, en ese trabajo minucioso del lenguaje, que por momentos recuerda a Thomas Bernhard, donde la autora de Pequeños hombres blancos logra que el relato de lo bélico emerja, poniendo en primer plano algo que es muy difícil de narrar: la adversidad no sólo es una amenaza puesta en el enemigo sino también, y por sobre todo, está presente en el seno mismo de las Fuerzas Armadas debido a sus múltiples falencias técnicas y armamentísticas. “Por fin hay mensaje de la Fuerza de Submarinos, pero nadie se queda tranquilo. Destacarse en área de Malvinas, así que en un rato más, cerca de la medianoche, iniciaremos tránsito hacia las islas. Eso significa que tenemos que atravesar la zona de exclusión que impusieron los ingleses. Más de uno se acuesta vestido, hay que estar listos por si llaman a puesto de combate. Desde este momento se restringe al máximo el uso de agua y de la electricidad.”
Narrada desde la perspectiva de un soldado con funciones de maquinista en el submarino, Trasfondo se convierte, más que un testimonio renovado y directo de los acontecimientos que confluyeron durante los meses de conflicto, en una suerte de mirada crítica y profunda que, sin caer jamás en lugares comunes, permite comprender hasta qué punto los conscriptos estaban atravesados genuinamente por el sentido del deber, sentimiento que resultó ser una mezcla de patriotismo y profunda convicción de que morir por una causa semejante era algo que no dejaba lugar a ningún tipo de dudas, más allá del miedo. Y en esto quizás estriba una de las mayores virtudes de una novela donde lo bélico se resuelve en varios planos, con soldados que frente al advenimiento de lo trágico, aislados prácticamente de toda información que no sean los esporádicos reportes informativos de Radio Colonia, sumidos en una espera agobiante, fueron no sólo a una guerra sino también a un relato de ella tristemente librado a la imaginación de cada uno de los tripulantes del submarino. Por sus variables de lectura y tratamiento estilístico, Trasfondo bien merecerá ocupar un lugar preponderante a la hora de citar nuestra narrativa sobre la guerra de las Malvinas.

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