03 de Abril de 2012 | Buenos Aires / Eterna cadencia
La profundidad de una guerra sin épica

Un submarino destartalado entra en combate sin que la tripulación se entere. La directiva, simplemente, es la de salir en campaña: «vino la orden y hay que cumplirla» sin más preguntas. Los mensajes desde tierra son escuetos, limitados, compartimentados. La guerra recién se hace presente con las noticias que llegan de Radio Colonia: Argentina e Inglaterra iniciaron un conflicto armado. Con un motor que recalienta, una computadora lanzatorpedos que no funciona y un “ruido con firma” (un golpeteo que sería detectado fácilmente por el enemigo), el submarino avanza como un barco fantasma hacia las islas Malvinas, aunque «lo lógico hubiera sido que partiéramos hacia el norte, para interceptar a los submarinos y buques que vengan en camino». Pero se sabe: «acá la lógica suele ser diferente al sentido común».

Desde el fondo del mar la guerra puede ser un eco tan lejano como el que se oye desde la Capital Federal. El enemigo es un conjunto de manchas difusas en un sonar. Los tiempos muertos se llenan de ansiedad y labores inútiles. El paso del día a la noche sólo se distingue por el cambio de luces fluorescentes a las de navegación nocturna. Las tareas cotidianas se vuelven reiterativas, aburridas. Las pocas acciones bélicas que suceden están teñidas de una inconsciencia que las vuelve irreales. «Quizá todos seamos personajes de una historieta ridícula».

Trasfondo, el tercer libro de Patricia Ratto (Ed. Adriana Hidalgo) es, como dice Martín Kohan en la contratapa, una novela de guerra y una novela de espera. Es también una novela que persigue con obsesión la manera de narrar un conflicto sin épica, pleno de vulgaridad.

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