10 de Noviembre de 2012 | Blog de Ernesto Calabuig / Madrid / Espaņa
"Trasfondo", de Patricia Ratto

Se hace difícil enumerar las virtudes de una obra que posee tantas como este Trasfondo, tercera novela de la argentina Patricia Ratto. La base es aquí una historia real: en el marco de la tragedia de las Malvinas, la autora cuenta el infierno por el que pasan durante treinta y nueve días en el Atlántico Sur los treinta y cinco tripulantes del submarino de la Armada argentina “ARA San Luis”, una nave que entra en combate en condiciones absolutamente precarias: motores, computadoras de tiro y torpedos dañados de antemano. Reducir el texto a una “novela de guerra” sería dejar de lado el verdadero tema de fondo y el propósito narrativo de una escritora que llevó a cabo un largo y exhaustivo trabajo de documentación en el que entrevistó a catorce de aquellos combatientes de 1982. La obra apunta, con sobriedad y sin truculencias estilísticas, a toda una reparación moral y rompe el silencio y el dolor de quienes tanto callaron tras un oscuro regreso en el que nadie pudo o quiso celebrarlos.  A través de los ojos y la voz de un minucioso observador, un suboficial destinado en la sala de máquinas, Patricia Ratto cuenta con maestría, en una precisa secuencia de comportamientos encadenados, el micromundo claustrofóbico de unos jóvenes enviados por sorpresa a morir por su nación en condiciones inhumanas y de absoluta desventaja, para defender unas islas y un enemigo tan real y poderoso como fantasmal e invisible (“indefensos e irremediablemente absurdos”). La autora sabe transmitirnos la brusca interrupción de sus vidas, su perplejidad y su rabia contenida, la angustiosa sensación de asfixia y de dilatada espera cuando el tiempo que se percibe ya de otra manera, el precipicio de la locura que sólo salva la camaradería y la repetición de rutinas consabidas. El “ir a inmersión” y el “tocar fondo” suponen sumergirse en una pesadilla de irrealidad y sinsentido al servicio de lejanos designios y órdenes imprecisas calculadas para un suicidio colectivo. El vapuleo inmisericorde de las cargas de profundidad inglesas cobra tintes de castigo divino sobre quienes se viven como animales asustados en una madriguera. El lector percibe el frío y la humedad, las “toneladas de agua helada sobre sus cabezas”, pero, sobre todo, esta ceguera de la profundidad de quienes sólo pueden guiarse por sonidos, por ruidos y alertas de sónar (“rumores hidrofónicos”). Ni siquiera las emisiones de radio que a duras penas captan con su “antena látigo” resultan orientativas o fiables. Ratto consigue un logrado efecto coral a través de los comentarios y apreciaciones de unos y otros marineros (Heredia, Grunwald, Rojas, Olivero, Polski…) Argentinos y británicos, se nos dice, habían compartido un asado no hace mucho, durante unas maniobras conjuntas. Unos y otros arrojados después a los absurdos de un macabro juego de barcos: “¿A quién se le habrá ocurrido todo esto?, meternos a todos en esto, un tubo lleno de argentinos por aquí, un tubo un poco más grande lleno de ingleses por allá”. Magistral ese sobrio y sombrío regreso a Puerto Belgrano, con la conciencia clara de la inutilidad y de no haber sido ni víctimas ni héroes. Patricia Ratto logra una novela poderosa, capaz de desenmascarar un gigantesco engaño desde un pequeño ángulo certero.

ERNESTO CALABUIG