15 de Febrero de 2007 | Perfil
Educación ciudadana en la Argentina sangrienta
¿Otra novela sobre la dictadura con desparecidos? ¿Defender la memoria es anestesiarla repitiéndose? No en este caso: esta novela es sobre la dictadura, represión de estado, miedo, pero nueva. No sólo por contarlo en un perdido, diminuto pueblo del desierto patagónico y desde la lateral conciencia femenina de una chica del montón, profesora secundaria de gendarmes y mapuches, sino sobre todo porque la construcción literaria de la época está sutilmente atravesada por una distancia generacional que no es de la protagonista Gabriela, es de Ratto. En los diálogos a veces algo artificiosos se emplean ciertos modos de hoy: descuido en esta novela realista pero también síntoma poco feliz de un gran acierto. Se narra el ayer hoy, se mira desde hoy llagas aún abiertas. La lateralidad de la mirada es postmoderna, no moderna: el torturado y asesinado no es novio o hermano de Gabriela: es su amado perro; el milico represor no trae la muerte de afuera: es el varón que la ama y la excita; la comprensión política no es virtud férrea de quien “la tiene clara”: es duro, complejo aprendizaje; la resistencia política no es pública: es íntima, minimalista, puntual, aunque efectiva y arriesgada.
Como pintura de época Ratto simplifica: ignora que la mayoría silenciosa pidió, apoyó la dictadura. Es un hallazgo el clima: escritura seca, visual, presente quieto con imágenes de alto poder metafórico: sólo desaparece un perro pero las ropas colgadas, congeladas en posiciones caprichosas son “fragmentos de personas estirando hacia ella, desesperadas, brazos y piernas para pedir ayuda”; la Patagonia es como la época: cárcel inhóspita sin límites, frío, desierto. Bella novela sobre la educación ciudadana de una “pequeña mujer blanca” en tiempos ominosos, contada por otra mujer hoy, a la que esa historia interpela.