31 de Marzo de 2012 | Buenos Aires / Revista DEBATE
EL TRASFONDO QUE SE SUMA

Una nueva novela se agrega con altura y estilo a la lista que inicia Los Pichiciegos.

Por Marisa Avigliano

No puede haber ofensa, no hay espacio suficiente aunque sobren metros a lo  largo, no están viviendo entre el damero de la sala y la madera del living, no están en una de esas casas de las que se burla la señora Compton Burnett, están bajo el agua y en guerra. Los personajes de Trasfondo son  los  tripulantes de un submarino averiado y oloroso pero con toallas con el ancla grabada en azul, para que recuerden que están en la Armada Argentina. Esperan órdenes y reciben alguna que otra noticia verdadera entre muchas otras falsas. Cuando pueden escuchan Radio Colonia, si no pasan días sin novedades, los llaman días vacíos. Son los conscriptos Soria, Polski, Albaredo, Torres (siempre con el salvavidas puesto), Nobrega, Grunwald, Heredia, el Cabezón Cuéllar, Olivero, son ellos y otros tantos, y  están en las aguas del Atlántico Sur, en Malvinas.    
Trasfondo es una novela de guerra, una novela voraz y decidida a hacernos navegar por el tubo digestivo de la angustia, sin reparos ni golpes bajos. “Ahora, aunque nadie  diga nada todos sabemos que la cosa se va a poner difícil; no va a ser sencillo disparar un torpedo y luego huir de los helicópteros. Camino lentamente en dirección a proa, Rocha sale del baño hacia su puesto, Egea me cruza con una bandeja con dos vasos vacíos y entra a la cocina, sigo avanzando, el cocinero lee Nippur de Lagash recostado en su cucheta; más adelante, sobre la mesa frente a los torpedos un lápiz tiembla con leves y nerviosas oscilaciones sin decidirse a rodar hacia uno u otro lado.”¿Será la historia que venga a la historia en forma de ficción? Venganza de palabras entre la interrogación y la ocurrencia en el circunloquio de la espera en la adulterada quietud de las profundidades.  Allí donde el agua cubre al submarino por fuera y escasea adentro para afeitarse o bañarse. Protagonismo absoluto del agua que hasta en ausencia todo lo vuelve frío y húmedo. En apariencia falsa de la no forma, el agua es el contorno y el campo de batalla, dominando una realidad que acontece demasiado cerca, en el océano primordial, en el mar sin luz donde hunden al Belgrano. “Nadie dice nada, unos cierran los puños de sus brazos caídos, otros cierran los ojos, otros abren la boca sin emitir palabra, otros se llevan -con un golpe- la mano a la frente, otros se refriegan con fuerza la nuca, el comandante recorre las caras con la mirada, uno de los del grupo -quebrando este silencio inhóspito- asegura que había cuatro submarinistas en el crucero”.
Trasfondo arriesga su etimología y su semántica y avanza sobre el dolor y la memoria. Miremos bien, porque en el fondo del hueco, hay algo que no vimos. La narración de Patricia Ratto es minuciosa y demoledora, el aire viciado del cilindro bajo el agua es el mismo aire que respira el lector dominado por el rigor de las palabras. Tensión infame y dolorosa de una guerra que arruga vísceras y recuerdos que no se alisan con facilidad. Imagen fabulosa que cruza varias veces la novela y que se viste con overoles alisados con manos engrasadas o con sábanas azul marino extendidas hasta descuartizarlas sólo para que queden lisas, para que no haya marcas y sobre todo para que no los dejen en intemperie falsa mientras sueñan.
Fantasmas, muerte y olor navegan  en la voz del soldado tripulante que narra los días de encierro, el autor del relato, el dueño de un par de botas perdidas que sólo se encuentran cuando las explosiones cercanas hacen que el submarino se incline de más, tanto de más como para que un frasco de alcaparras ruede en un infinito plano inclinado. Como si fuera imposible volver a equilibrar cualquier piso que se quiera pisar. 
Una nueva novela se agrega con altura y estilo a la lista que inicia Los Pichiciegos.

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